El impuesto de sociedades es un tributo que grava los beneficios o ganancias obtenidos por las empresas y otras entidades jurídicas en un ejercicio económico. Es decir, se trata de un impuesto que se aplica sobre el resultado contable de la empresa, una vez se han deducido los gastos necesarios para la obtención de dichos beneficios.
El impuesto de sociedades es uno de los principales impuestos que pagan las empresas en muchos países, y su tasa y forma de cálculo pueden variar según la jurisdicción en la que se encuentre la empresa. En general, el impuesto se calcula como un porcentaje de los beneficios obtenidos en el ejercicio económico, y se paga al Estado en el plazo que establezca la normativa tributaria.
No es un impuesto sobre los ingresos brutos, sino sobre los beneficios netos. Esto significa que se permite deducir los gastos necesarios para obtener dichos beneficios, como salarios, suministros, amortizaciones, intereses, entre otros. Asimismo, la ley tributaria puede incluir deducciones, incentivos fiscales y exenciones en función de ciertas circunstancias, como el tamaño de la empresa, la ubicación geográfica, las actividades económicas desarrolladas, entre otras.