AML significa «Anti-Money Laundering» (Contra el lavado de dinero) y se refiere a las políticas y procedimientos que se utilizan para prevenir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo.
El objetivo del AML es detectar, prevenir y reportar actividades ilegales que involucren el blanqueo de dinero obtenido a través de actividades ilegales, como el narcotráfico, el terrorismo, la corrupción, entre otros delitos.
Las leyes y regulaciones AML exigen que las empresas financieras, como bancos, casas de cambio, corredores de bolsa y otros intermediarios financieros, tomen medidas para verificar la identidad de sus clientes, monitorear las transacciones sospechosas y reportar cualquier actividad inusual a las autoridades pertinentes.
Las empresas deben implementar medidas para prevenir y detectar actividades ilegales, como la realización de una debida diligencia y revisión de los antecedentes del cliente, así como la detección de transacciones inusuales o sospechosas. Además, las empresas también deben designar a un oficial de cumplimiento responsable de supervisar el cumplimiento de las políticas y procedimientos AML, y proporcionar capacitación a los empleados sobre cómo identificar y reportar actividades sospechosas.
Las empresas que no cumplen con las regulaciones AML pueden enfrentar sanciones y multas severas, así como pérdida de reputación y confianza de los clientes.